2.- En el diario de Mario.
Las rabietas de Mario eran frecuentes. A veces daba la impresión de que nos estaba retando, esperando nuestra reacción, como si de un juego se tratara.
Transcurrido el primer mes de escolarización - ya había estado un curso en otro centro - se consideró que podría recibir sesiones individuales en el aula de PT para trabajar distintos aspectos: comunicación, autonomía, etc… , entendiendo por sesiones tiempos que oscilaban entre 15 y 40 minutos, siempre flexibles y dependiendo de cómo se encontrara el niño ese día. Hablando de tiempo, curiosamente funcionaba como un reloj. Anticipaba puntualmente el cambio de espacios o de actividad y no precisaba de marcadores externos que lo indicaran.
El primer día Mario me acompañó al aula de PT sin problema. El segundo día precisamos que le acompañasen los niños del aula y en días sucesivos utilizamos un perrito de peluche como acompañante. Pero pronto manifestó su disconformidad cogiendo el peluche, metiéndolo en una bolsa y sentándose sobre él. Estaba claro que salir del aula no le seducía, lo que realmente quería era estar con los niños en clase.
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Realizamos juego simbólico utilizando, entre otras cosas, un cochecito de muñecos. Un día, al cochecito se le cayó una rueda, Mario no sabía qué hacer. Esperé un momento y para que no se frustrara le dije “ayúdame”. Cogí su mano, la llevé a la rueda y la colocamos en el eje. Seguimos el paseo y la rueda volvió a soltarse; le repetí “ayúdame” y la misma acción anterior, continuamos … varias veces … y la rueda se soltó de nuevo, pero entonces no dije ni hice nada. Mario esperó un poco. Creo que en ese momento pensaba: “esta tía es tonta, no dice “ayúdame”, no me coge la mano”. ¡Pobre Mario! ¡Qué difíciles somos las personas!. Al ratito fue él quien dijo AYÚDAME y le ayudé. En ese momento el corazón te late muy rápido porque la emoción es fuerte.
Posteriormente Mario lo generalizó a otras situaciones en las que precisó ayuda
Gracias por compartir tu experiencia con Mario.Un abrazo.
ResponderEliminarHola Cristina, gracias por animarme a compartir la convivencia con Mario. ¡Cuanto aprendí de él!
ResponderEliminarAbrazos
Oti